SHALA LA LA LÁ, OH OH OH!
Infancia
de juegos, un verano a la parrilla,
shala
la la lá, oh oh oh
un río,
una poza y una niña en bañador,
ignorantes
de la cárcel amarga donde los mayores conviven...
malviven.
Ahora
sólo se escucha el chapoteo incansable
del
agua vertida en el agua,
glup,
glup, glup…
desde
el cubo de plástico,
amigo
inseparable,
shala
la la lá, oh oh oh.
Más
tarde, en el sueño de la noche,
en la
casa de los mayores,
se oirá
un
subir galopante de escaleras
que
escapan de la mano opresora,
cobarde,
etílica
y deplorable.
Shala la
la lá, oh oh oh.
repetirá
la niña
cubriendo
con las manos
sus
orejas,
negando
lo que intuye:
la
culebra que,
sin
piedad,
persigue
y alcanza,
golpea
y machaca
subiendo
por el hueco de la escalera
hasta
alcanzar a quien más quiere.
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